Confesión 9033
Quiero confesarles que en esta universidad han pasado muchas cosas importantes.
Pero no sé si habrá por ahí alguien tan agradecido como yo, de haber pisado este lugar en el momento exacto.
Cuando entré por primera vez a la udec ya estaba grandecito, había terminado otra carrera antes, había trabajado algunos años así que imagínense mi edad. En el primer semestre fue evidente que había ido perdiendo el ritmo de los estudios, en fin me eché un par de ramos altiro. Pensé en volver a mi ciudad (y seguir trabajando) pero casi de puro orgulloso, llegué al segundo semestre y sin darme cuenta ya estaba yendo a clases de nuevo, ahí es cuando conozco a Juanita. Juanita es una mina de tercero en su última oportunidad por pasar ese ramo de mierda que nos unió. Le fui echando el ojo a paso lento mientras transcurría el semestre, dejando de lado sus rasgos físicos la veía siempre atenta, tomaba apuntes, no faltaba a clases y eso sumado a las miradas juguetonas que intercambiaba conmigo, era como si se ofreciera para ayudarme a estudiar. Así que poco antes de que llegara noviembre la invité a mi dpto. Para trabajar en eso. La primera vez estaba esperándola tipo 5 de la tarde y llegó puntual, ese día me fijé en que su sonrisa era tan grande que le achinaba los ojos y tenía la piel tan clarita que si me acercaba con la barba frondosa que tenía le iba a provocar alguna reacción alérgica. Esa tarde estudiamos sin parar, yo soy bruto bruto, pero Juanita era tan paciente como me la imaginaba, fueron horas entretenidas aunque apenas me acerqué a ella porque la veía muy pequeña, yo tan grande y peludo temía pincharla. La junta se repitió otras veces con onces incluidas hasta que dimos el último examen, jamás le toqué un pelo, sin embargo a la segunda vez ganas no me faltaban, pero ella nunca me demostró interés, así que solo había muy buena onda. Juanita pasó y se lo merecía, pero yo me lo eché. Supimos los resultados juntos y hubo un primer beso de consuelo pero no hubo despedida. Yo me di por vencido con la u y en enero ya estaba en Santiago buscando pega.
En ese tiempo no existía Facebook, menos celulares inteligentes entonces no supe más de ella y cuando ya era tarde me di cuenta de cuanto la extrañaba y que me la quería jugar, lo pasé mal pero también sabía que Juanita podía tener pololo incluso y un ‘’nosotros’’ no existía. Entré a trabajar y mientras se me pasaba la vida rutinaria en la oficina llegaron unos chiquillos a hacer la práctica, entre todos una mujer que llamó mi atención de especial manera, la primera vez que la vi, me saludó, y aunque no la reconocí me contó que había sido compañera de Juanita y al parecer me conocía de vista, justo le asignaron mi área así que nos hicimos amigos rápidamente, Andrea tenía el encanto especial de reírse de cualquier cosa que dijera, era confianzuda y muy sensual, unos meses en la oficina y ya quería más de ella. Nos fuimos conociendo y entre café y café nos comprometimos y cuando terminó su práctica la llevé a vivir conmigo. Lo pasábamos tan bien que estar con ella no me demandaba pensar mucho y cuando cumplíamos dos años de pareja, en buenos aires de vacaciones nada me anticipó a lo que me encontré de casualidad en su correo la primera noche que llegamos
-Andrea ya te extraño cuándo vuelves? No me aguanto las ganas de verte, envíame fotos-.
Algo así decía por parte de un tal Bautista, lo leí mientras ella se estaba bañando y cuando salió de la ducha, le pedí explicaciones, estaba destruido, no podía dejar de pensar en las dos semanas que me quedaban ahí, teniéndonos sólo el uno al otro. Y Andrea que nunca fue muy silenciosa con sus emociones se puso a llorar desesperadamente, y me gritó- ¿Sólo tú tienes derecho a buscar atención en otra parte?
No entendía a qué se refería, pero enseguida añadió,- crees que no sé de Juana, que tuviste algo con ella? Y que te sigue buscando-. Me quedé pasmado, nunca imaginé escucharla decir algo así y le pregunté exactamente a qué juana se refería y por qué decía eso.
Me contó cómo Juanita más de una vez había llegado a verme a la oficina, luego a casa y también un par de cartas. Andrea no tenía idea de lo que estaba hablando, le dio un número erróneo la primera vez, botó las cartas y todo lo interpretó mal pero yo quedé tieso imaginándome a Juanita en Santiago preguntando por mí, no le dije más y ahí me di cuenta que no había sido cualquier cosa conocerla, y necesitaba volver a verla costara lo que costara, supe que no quería dejar pasar más tiempo y al día siguiente fui al aeropuerto para irme lo antes posible. Tuve que esperar 3 días, le dejé una carta y toda mi plata a Andrea, menos 30 lucas chilenas para irme a concepción apenas llegara al país y así lo hice, saqué mis cálculos, pasaron 3 años y gracias al ramo por el que la conocí tenía esperanzas de encontrarla en la universidad todavía, llegué a la mañana y la esperé insaciable, la busqué, vi mucha gente nueva, conocidos sólo a un par pero no reconocían su nombre. Cuando se hizo de noche empecé a caminar en dirección a la pensión donde vivía en ese tiempo buscando con la mirada algún lugar barato donde pasar la noche, y cuando llegué a su pensión toqué el timbre por si acaso, -Juanita ya no vive aquí me dijeron, pero voy a llamar a la Cata ella puede saber dónde la ubica- y efectivamente así fue, ‘’la Cata’’ me dio su nueva dirección y sin pensarlo me fui a departamento corriendo y saltando, cuando llegué toqué el timbre y escuche la voz de Juanita diciendo, hola ¿sí? ¿Quién es?, no lo podía creer, era realmente su voz, exactamente la misma que paciente me ayudaba a estudiar, le respondí quien era y sin decir nada me abrió la puerta, se mostró congelada, parada frente a mí con su pelo castaño tomado, lentes que no le conocía y pijama de invierno. Seguramente quedó sorprendida de lo mal que me veía, llevaba viajando unas buenas horas, tenía hambre y ni siquiera me había bañado. Le pregunté si prefería que volviera mañana pero hizo un gesto como para despabilar y me ofreció pasar, me preguntó que hacía en concepción sobretodo que hacía en su casa, le dije que estaba visitando a una vieja amiga y me sonrió con la mirada, pedimos una pizza y después de que me contara todo lo que había pasado con ella en mi ausencia, me preguntó con sus ojos chinos ¿y tú? Y ahí supo que no tenía donde quedarme, me hicimos una cama en el sofá donde terminamos durmiendo ambos, no volví a Santiago al día siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente el resto ya es historia y al final, sólo quería decirles que lo único imposible, es aquello que no intentas.
- Las mil vueltas de la vida <3 -Coraline
pd:para los que tienen ganas de leer harto jajajaj c:
Quiero confesarles que en esta universidad han pasado muchas cosas importantes.
Pero no sé si habrá por ahí alguien tan agradecido como yo, de haber pisado este lugar en el momento exacto.
Cuando entré por primera vez a la udec ya estaba grandecito, había terminado otra carrera antes, había trabajado algunos años así que imagínense mi edad. En el primer semestre fue evidente que había ido perdiendo el ritmo de los estudios, en fin me eché un par de ramos altiro. Pensé en volver a mi ciudad (y seguir trabajando) pero casi de puro orgulloso, llegué al segundo semestre y sin darme cuenta ya estaba yendo a clases de nuevo, ahí es cuando conozco a Juanita. Juanita es una mina de tercero en su última oportunidad por pasar ese ramo de mierda que nos unió. Le fui echando el ojo a paso lento mientras transcurría el semestre, dejando de lado sus rasgos físicos la veía siempre atenta, tomaba apuntes, no faltaba a clases y eso sumado a las miradas juguetonas que intercambiaba conmigo, era como si se ofreciera para ayudarme a estudiar. Así que poco antes de que llegara noviembre la invité a mi dpto. Para trabajar en eso. La primera vez estaba esperándola tipo 5 de la tarde y llegó puntual, ese día me fijé en que su sonrisa era tan grande que le achinaba los ojos y tenía la piel tan clarita que si me acercaba con la barba frondosa que tenía le iba a provocar alguna reacción alérgica. Esa tarde estudiamos sin parar, yo soy bruto bruto, pero Juanita era tan paciente como me la imaginaba, fueron horas entretenidas aunque apenas me acerqué a ella porque la veía muy pequeña, yo tan grande y peludo temía pincharla. La junta se repitió otras veces con onces incluidas hasta que dimos el último examen, jamás le toqué un pelo, sin embargo a la segunda vez ganas no me faltaban, pero ella nunca me demostró interés, así que solo había muy buena onda. Juanita pasó y se lo merecía, pero yo me lo eché. Supimos los resultados juntos y hubo un primer beso de consuelo pero no hubo despedida. Yo me di por vencido con la u y en enero ya estaba en Santiago buscando pega.
En ese tiempo no existía Facebook, menos celulares inteligentes entonces no supe más de ella y cuando ya era tarde me di cuenta de cuanto la extrañaba y que me la quería jugar, lo pasé mal pero también sabía que Juanita podía tener pololo incluso y un ‘’nosotros’’ no existía. Entré a trabajar y mientras se me pasaba la vida rutinaria en la oficina llegaron unos chiquillos a hacer la práctica, entre todos una mujer que llamó mi atención de especial manera, la primera vez que la vi, me saludó, y aunque no la reconocí me contó que había sido compañera de Juanita y al parecer me conocía de vista, justo le asignaron mi área así que nos hicimos amigos rápidamente, Andrea tenía el encanto especial de reírse de cualquier cosa que dijera, era confianzuda y muy sensual, unos meses en la oficina y ya quería más de ella. Nos fuimos conociendo y entre café y café nos comprometimos y cuando terminó su práctica la llevé a vivir conmigo. Lo pasábamos tan bien que estar con ella no me demandaba pensar mucho y cuando cumplíamos dos años de pareja, en buenos aires de vacaciones nada me anticipó a lo que me encontré de casualidad en su correo la primera noche que llegamos
-Andrea ya te extraño cuándo vuelves? No me aguanto las ganas de verte, envíame fotos-.
Algo así decía por parte de un tal Bautista, lo leí mientras ella se estaba bañando y cuando salió de la ducha, le pedí explicaciones, estaba destruido, no podía dejar de pensar en las dos semanas que me quedaban ahí, teniéndonos sólo el uno al otro. Y Andrea que nunca fue muy silenciosa con sus emociones se puso a llorar desesperadamente, y me gritó- ¿Sólo tú tienes derecho a buscar atención en otra parte?
No entendía a qué se refería, pero enseguida añadió,- crees que no sé de Juana, que tuviste algo con ella? Y que te sigue buscando-. Me quedé pasmado, nunca imaginé escucharla decir algo así y le pregunté exactamente a qué juana se refería y por qué decía eso.
Me contó cómo Juanita más de una vez había llegado a verme a la oficina, luego a casa y también un par de cartas. Andrea no tenía idea de lo que estaba hablando, le dio un número erróneo la primera vez, botó las cartas y todo lo interpretó mal pero yo quedé tieso imaginándome a Juanita en Santiago preguntando por mí, no le dije más y ahí me di cuenta que no había sido cualquier cosa conocerla, y necesitaba volver a verla costara lo que costara, supe que no quería dejar pasar más tiempo y al día siguiente fui al aeropuerto para irme lo antes posible. Tuve que esperar 3 días, le dejé una carta y toda mi plata a Andrea, menos 30 lucas chilenas para irme a concepción apenas llegara al país y así lo hice, saqué mis cálculos, pasaron 3 años y gracias al ramo por el que la conocí tenía esperanzas de encontrarla en la universidad todavía, llegué a la mañana y la esperé insaciable, la busqué, vi mucha gente nueva, conocidos sólo a un par pero no reconocían su nombre. Cuando se hizo de noche empecé a caminar en dirección a la pensión donde vivía en ese tiempo buscando con la mirada algún lugar barato donde pasar la noche, y cuando llegué a su pensión toqué el timbre por si acaso, -Juanita ya no vive aquí me dijeron, pero voy a llamar a la Cata ella puede saber dónde la ubica- y efectivamente así fue, ‘’la Cata’’ me dio su nueva dirección y sin pensarlo me fui a departamento corriendo y saltando, cuando llegué toqué el timbre y escuche la voz de Juanita diciendo, hola ¿sí? ¿Quién es?, no lo podía creer, era realmente su voz, exactamente la misma que paciente me ayudaba a estudiar, le respondí quien era y sin decir nada me abrió la puerta, se mostró congelada, parada frente a mí con su pelo castaño tomado, lentes que no le conocía y pijama de invierno. Seguramente quedó sorprendida de lo mal que me veía, llevaba viajando unas buenas horas, tenía hambre y ni siquiera me había bañado. Le pregunté si prefería que volviera mañana pero hizo un gesto como para despabilar y me ofreció pasar, me preguntó que hacía en concepción sobretodo que hacía en su casa, le dije que estaba visitando a una vieja amiga y me sonrió con la mirada, pedimos una pizza y después de que me contara todo lo que había pasado con ella en mi ausencia, me preguntó con sus ojos chinos ¿y tú? Y ahí supo que no tenía donde quedarme, me hicimos una cama en el sofá donde terminamos durmiendo ambos, no volví a Santiago al día siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente el resto ya es historia y al final, sólo quería decirles que lo único imposible, es aquello que no intentas.
- Las mil vueltas de la vida <3 -Coraline
pd:para los que tienen ganas de leer harto jajajaj c:
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