Confesión 12285
“Hola soy profesor de la UdeC (Si, nosotros también leemos su
pagina, nos burlamos y sorprendemos con sus "Confesiones", esta es mi
historia como padre:
Una mañana bajé las escaleras de casa y me encontré exactamente
con esta escena: Mi hija de 17 años dormida en el sofá junto a un joven, tras
lo que debía de haber sido una “dura” noche. Hice el desayuno en silencio,
volví al piso de arriba y les dije a mi mujer, hijo y otra hija (menor) que no
hicieran ruido porque aún había gente durmiendo. Nuestra mesa de comedor está
en el lado opuesto de la habitación, a unos pasos del sofá donde estaban mi
hija y su acompañante. Todos nos sentamos a la mesa y, entonces, grité:
¡JOVENCITO!
Nunca vi a nadie pasar tan rápido de la posición horizontal a la
vertical.
“¡El desayuno está listo!”, grité con toda la fuerza de mis
pulmones, en su oído izquierdo. Entonces retiré la silla de mi lado.
“¡Siéntate!”, le ordené. Mientras, mi familia miraba a sus platos en silencio,
sin mover un músculo.
Deben haber sido los 7 metros más difíciles de recorrer para un
joven desnudo de cintura para abajo. Tras ponerse la ropa, que yacía junto a la
mesa del comedor, se sentó. Mi hijo (de 1,93 metros de altura) le dio unas
palmadas en la espalda, lo miró a los ojos, exhaló un hondo suspiro y sacudió
la cabeza. El chico estaba ya bastante nervioso. Podía casi olerse.
Entonces, con mi mejor acento ruso, le espeté: “Amigo mío, voy a
preguntarte algo. Y la respuesta que me des es muy importante… para ti”. En ese
momento ya estaba sudando.
“¿Te gustan los gatos?”. Se me quedó mirando como si tuviera dos
cabezas.
La verdad es que era un chico muy simpático y agradable.
Claramente sin formación, pero no tonto. Había algo extraño en él. Mi hija me
aseguró que era un chico muy agradable y atento. Lo había conocido hacía un
mes. Desde ese día, vino todos los días, aunque nunca se quedaba por las
noches.
Cada mañana venía a recogerla en bicicleta para ir a clase.
Luego la acompañaba a casa y se aseguraba de que hacía la tarea. Cuidaba de
ella cuando estaba enferma y nosotros estábamos trabajando. Tenía la paciencia
de un santo cuando a ella le entraban una de sus rabietas.
Dijo que no tenía familia, no había ido a la escuela ni tenía un
trabajo fijo. Pero amaba a mi hija, y mi hija a él. ¿Quién soy yo para no
permitir que aprenda de sus propios errores?
8 Meses después, mi hijo vino un día a hablar conmigo. Había
estado preguntando por el chico. Resulta que no tenía casa. Su padre le pegaba
y después este acabó suicidándose. Su madre, adicta a la Pasta Base, se marchó
3 semanas después. Vivían en una toma cerca de Talcahuano. Por aquel entonces
él tenía 15 años, y había vivido durante 3 años en la calle; durmiendo en
parques, hospicios, con ‘amigos’, en hostales baratos…
Así que, este chico de 18 ó 19 años, educado, que llega con una
sonrisa y se va con una sonrisa… Es un chico que se preocupa, que ofrece su
ayuda sin pedírsela… pero, lo más importante de todo, que hace a mi pequeña
feliz.
Un niño que no había tenido la oportunidad de ser uno. Con un
padre maníaco depresivo que nunca estaba en casa y se suicidó; con una madre
adicta a la Pasta Base. A veces los vecinos le daban comida, pero casi siempre
pasaba hambre.
A veces cuando no viene (porque ahora tiene un trabajo) lo
echamos de menos. Mi hijo se lleva muy bien con él y mi hija menor confía en él
a ciegas. Y el instinto maternal de mi mujer parece haber crecido. ¿Y yo? A
veces me sorprendo a mí mismo, porque me preocupo mucho por él. Y es que lo que
quiero es que sea feliz.
Les conté a mi mujer e hija lo que sabía de él. Lloraron. Me
sentía decepcionado por mi hija mayor; ella lo sabía, tenía que habérnoslo
dicho. Ella lo quiere pero deja que se vaya cada noche… ¿a dónde?
Al día siguiente le di una llave de la casa y le dije que
esperaba que viniera cada noche. A casa. En las siguientes semanas le
preparamos una habitación supletoria y lo llevamos a comprar muebles. Era muy
bueno construyendo cosas. Quería ser su propio jefe, le gustaba crear cosas.
Así que nos aseguramos de que recibiera la formación necesaria para ello.
Eso fue en el 2000. Ahora, 17 años después, mi nuevo hijo y mi
hija tienen un negocio prospero de hogar y decoración. Y lo mejor de todo… ¡¡¡nos
han dado 3 maravillosos nietos!!!
Y es que la vida no va sobre cómo sobrevivir a la tormenta, sino
sobre cómo bailar bajo la lluvia”.
PD: Metabe tu ingenio me sorprende día a día.
- Vaya, esto está tan bien redactado y tiene una historia tan
bonita de por medio ... Me he quedado sin palabras frente a tu relato y debo
admitir que mientras terminaba de leerla sentí en mi interior una alegría ajena
que me dejo un rico gusto de satisfacción por haberla conocido. Tengo que
decirte que me sorprendió la calma con la que lo tomaste todo y me gustó harto
el "¿Quién soy yo para no permitir que aprenda de sus propios
errores?", después de todo podrías haberlo matado ahí mismo pero como un
sabío dijo: "Sólo cuando un mosquito se posa sobre tus testiculos, te das
cuenta que no todo en la vida se soluciona con violencia" y tú no
recurriste a ella jajaja
💪
💪 Mándale un saludo al joven y dile que me
cayó bien
:) -Metabee



PD: La mayoria de mis docentes siempre fueron mujeres y con los
hombres casi nunca tuve altercado alguno así que creo estar seguro que como
profe no te odio
<3 JAJAJAJAJ ^^

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